Jorge Reynolds, un brillante colombiano que siempre le ha marcado el paso a la ciencia

Uno de los colombianos más brillantes es un hombre de ciencia, un bogotano que siempre ha estado al ritmo de los adelantos que le han permitido a la humanidad contar con la solución a varios de los problemas que durante siglos más la preocuparon.

Este colombiano es uno de los mejores exponentes de nuestra raza en el mundo, es sin duda un verdadero orgullo y, además, un ejemplo de disciplina, constancia y sacrificio.

Luego de haber realizado sus estudios universitarios en el Trinity College regresó a Colombia y junto a Alberto Vejarano Laverde construyó el primer marcapasos artificial del mundo en 1958, este constaba de electrodos externos, y en su momento se constituyó en una auténtica revolución para la medicina, que con escepticismo miraban cómo desde un país subdesarrollado aparecían soluciones médicas y científicas que tradicionalmente se generaban en Europa y los Estados Unidos.

El trabajo de Jorge Reynolds Pombo ha sido reconocido mundialmente por sus aportes a la investigación y al desarrollo de tecnologías a la cardiología, además cuenta con numerosas producciones audiovisuales que documentan su trabajo científico.

Desde el año de 1989 es miembro de la Academia de Ciencias de New York, de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y miembro asociado de la Academia Nacional de Medicina desde el año 2004.

En el año 1984, Jorge Reynold inició con ayuda de la Universidad Jorge Tadeo Lozano investigaciones de la actividad cardiaca de las ballenas para comprender el corazón humano, luego de décadas de investigación en los cetáceos, el mundo pudo conocer más a fondo el trabajo de un científico que no solo estudio a las ballenas, sino que se enamoró de ellas y fue su principal defensor, por tal razón, los famosos avistamientos de ballenas en el océano Pacífico colombiano contaban con un inquieto espectador en primera fila, el doctor Jorge Reynolds.

Gracias  años de investigación, Jorge Reynolds retornó a los mares de la ciencia cardiaca, y así como fue el precursor del marcapaso, ahora lo es del nanomarcapaso, un dispositivo del tamaño de un grano de arroz que continúa revolucionando el mundo de la ciencia.