Copa Libertadores

Por: Juan Carlos Garcia Sierra • Colombia.com

Atlético Nacional cambió la historia del fútbol colombiano al ganar la Copa Libertadores en 1989

Atlético Nacional de Medellín cambió la historia del fútbol colombiano al ganar la Copa Libertadores en 1989 y le enseñó al país que sí se vale soñar en grande.

Atlético Nacional le enseñó a Colombia a que sí se puede ganar en el fútbol internacional. Foto: Twitter @Libertadores / @nacionaloficial
Atlético Nacional le enseñó a Colombia a que sí se puede ganar en el fútbol internacional. Foto: Twitter @Libertadores / @nacionaloficial

Atlético Nacional de Medellín cambió la historia del fútbol colombiano al ganar la Copa Libertadores en 1989 y le enseñó al país que sí se vale soñar en grande.

31 de mayo de 1989, una fecha que jamás podrá olvidar el fútbol colombiano porque en la noche de este día en el estadio El Campín de Bogotá el Atlético Nacional le decía al mundo que los colombianos también podían conocer la alegría de un título en el fútbol.

En un año en el que el país experimentaba una de sus peores situaciones de seguridad y orden público, el cuadro verde de los ´puros criollos´, no era un equipo de Antioquia, era todo un país en la cancha bogotana que se enfrentaba al mítico Olimpia de Paraguay en la final de la Copa Libertadores de América.

Un país acostumbrado a ser la cenicienta en los torneos de clubes y de selecciones trataba de sacudirse de esa incómoda condición y había iniciado en 1987 un proceso encabezado por el técnico chocoano Francisco Maturana que pretendía cambiar radicalmente la cara al fútbol colombiano.

Atlético Nacional contaba en sus filas con solo jugadores nacidos en Colombia y decía adiós a la costumbre de los equipos colombianos de contar con jugadores extranjeros, una filosofía que hizo que el equipo de Medellín ganara seguidores y nuevos hinchas en Colombia y el exterior.

Francisco Maturana también era el timonel del equipo de la capital antioqueña y en su deseo y el de todo el conjunto estaba obtener el anhelado trofeo, ese que durante tres años consecutivos quedó a medio camino para el América de Cali del doctor Gabriel Ochoa Uribe.

Nacional tenía una difícil misión porque en El Campín, no podía usar el Atanasio Girardot porque la Conmebol exigía mayor aforo, debía remontar un marcador adverso de dos goles por cero logrado por los guaraníes en Asunción, pero en la capital colombiana contaría con un estadio atiborrado de hinchas verdes mezclados con el tricolor nacional.

El ´palomo Usuriaga´ voló como nunca antes y marcó un gol y forzó un autogol en favor del Atlético Nacional, y así se empató la serie, hubo necesidad de ir a lanzamientos desde el punto penal y allí fue donde nació la leyenda de René Higuita, quien se cansó de ver cómo sus compañeros desperdiciaban sus disparos mientras él detenía los cobros de los contrarios.

Leonel Álvarez se paró frente a la pelota luego de 17 cobros, era el lanzamiento número nueve de su equipo, solo debía marcar para ser campeón porque Higuita había parado uno de Olimpia, así es que con mucha tranquilidad pateó y el arquero uruguayo nacionalizado paraguayo Ever Almeida se fue hacia el otro lado, el balón estaba en el fondo de las mallas y a celebrar porque Colombia por fin ganaba algo importante en el fútbol.

Hace 35 años Colombia supo que era la victoria y entendió que esta no era exclusiva de argentinos, brasileros o uruguayos, esa noche en El Campín, Colombia comprendió que la victoria espera a quien cree y trabaja en ella.

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