Novena de aguinaldos: consideración del día 3 para leer en familia
Esta es la lectura que debes hacer el día 3 en la tradicional novena de aguinaldos.
Esta es la lectura que debes hacer el día 3 en la tradicional novena de aguinaldos.
Del 16 al 24 de diciembre, muchas familias colombianas se reúnen para rezar la tradicional novena de aguinaldos, una de las costumbres católicas más esperadas de la época navideña por muchos.
La novena de navidad se suele rezar con varias personas, ya sea en casa con seres queridos, con vecinos o con amigos. Esta celebración representa la preparación para recibir al Niño Jesús en nuestros corazones tras su nacimiento.
Cada día de la novena, se leen o se escuchan las llamadas “consideraciones”, que son pequeños textos llenos de reflexiones y enseñanzas las cuales nos ayudan a conectar con el verdadero significado de la Navidad y a entender el propósito de la llegada de Jesús al mundo.
Las consideraciones nos recuerdan que la Navidad no es solo una fiesta para disfrutar de las luces y las decoraciones o recibir regalos, sino un momento para reflexionar sobre el amor y la unión familiar. A continuación te compartimos la lectura del día 3 de la novena de aguinaldos para que profundices tus conocimientos sobre el sentido de la Navidad y refuerces tus valores como cristiano.
Consideración del día 3
Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente.
Admirado en el primer lugar en el alma de ese Divino Niño, considerarnos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por lo cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo por venir con todos sus arcanos conocimientos.
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma; era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones.
La belleza de ese cuerpo del Divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás, y la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable.
Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.