Plato, Magdalena, un lugar en donde la leyenda del Hombre Caimán se vive y se goza
Plato, Magdalena, es un lugar en donde la leyenda del Hombre Caimán se vive y se goza, este municipio, uno de los más grandes del departamento es un vibrante compendio de belleza natural y de tradición folclórica.
Plato, Magdalena, es un lugar en donde la leyenda del Hombre Caimán se vive y se goza, este municipio, uno de los más grandes del departamento es un vibrante compendio de belleza natural y de tradición folclórica.
Un municipio del departamento goza de dos particularidades, por un lado, su nombre es bastante particular aunque muchos crean que se trata de un gran restaurante al aire libre, y, por otro lado, es la cuna de una de las más populares leyendas del folclor Caribe que le ha dado reconocimiento al país en el extranjero.
Plato es el nombre de un municipio colombiano que a muchos les parece sonoro, pero es que el sabor de la costa Atlántica todo lo convierte en son y melodía, por eso sus habitantes realizan sus actividades entonando, silbando o tarareando melodías, sin olvidar que llevan el ritmo en la sangre, por eso su caminar tiene un tumbao que los delata.
Plato no se llama así, pero la costumbre cariñosa de los costeños de llamar las cosas por otro nombre hace que todo el país crea que esta es su verdadera denominación, el nombre original de esta bella población de la ribera oriental del río grande de la Magdalena es Villa de Concepción de la Plata, un nombre largo que sus habitantes quisieron cambiar a Plato, es mucho más corto y sonoro.
Plato es la cuna de la leyenda del Hombre Caimán, cuenta la tradición oral que un poblador de la región llamado Saúl Montenegro gustaba de espiar a las mujeres que se bañaban desnudas en el río, este hombre era muy mujeriego y un día decidió viajar hasta la Guajira para que un brujo le preparara una pócima que le permitiera ver a las mujeres en el río sin ser descubierto por ellas, entonces el brujo le dio dos botellas, una con un líquido rojo que lo convertía en caimán y otra con líquido blanco que lo volvía a sus estado humano.
Un día el hombre que lo acompañaba para darle las pócimas se asustó al ver a Saúl con apariencia de caimán y dejó caer la botella con líquido blanco, el cual le salpicó en la cabeza, por eso quedó condenado a vivir con cabeza y torso de hombre y cuerpo de caimán.
Solo su mamá lo visitaba en el río y al morir esta, el hombre caimán decidió irse hasta la desembocadura del río Magdalena en bocas de ceniza, cerca de Barranquilla, por eso en la canción del maestro José Peñaranda “se va el caimán” es la más popular representación de esta leyenda.
En Plato, lógicamente existe una estatua del hombre caimán, pero es una población calurosa como todas las ribereñas del Magdalena, es uno de los centros más poblados del departamento y su atractivo natural radica en sus ciénagas, siendo la segunda zona del país con mayor número de ellas y un verdadero santuario natural por sus fuentes de agua y la vida animal.
En Plato hay que disfrutar del Festival de la Leyenda del hombre caimán, del afrocaribe, de la Semana Santa, de las fiestas del 11 de noviembre y de todo su ambiente festivo en los 365 días del año, porque en esta población se siente una atmósfera de sabor Caribe al llegar.