Esta es la razón por la que se cree que los gatos negros dan mala suerte

Los gatos son de los animales más curiosos, místicos y mágicos que hay en la naturaleza. A lo largo de la historia han atravesado por diferentes etapas, desde la adoración en Egipto; hace más de 3000 años, hasta el odio y el miedo irracional, en la época de las brujas en el siglo XV.

Por un lado, en el antiguo Egipto todos los gatos, incluidos los de color negro, eran aclamados como uno de los animales favoritos por grandes personalidades y faraones, incluso matar a uno de estos era considerado un crimen capital.

Esta concepción cambió en Europa en la Edad Media. Para esa época, estos animales comenzaron a verse relacionados con las brujas y la hechicería, generando histeria colectiva. De hecho, a las mujeres que cuidaban y alimentaban a los gatos callejeros, a menudo las acusaban de brujería y las condenaban a muerte.

En la región occidental, se tejieron muchos misterios entorno a estas peculiares mascotas, uno de los mayores enigmas recae en la creencia de que los gatos de color negro están asociados con la mala fortuna.

En esta zona del mundo, la concepción provino de la península ibérica, en específico de los Celtas, quienes también asociaban a los gatos negros con el esoterismo y las brujas, por su relación con la noche y el color oscuro.

En aquel entonces, surgió el rumor de que las brujas se habían enamorado de los gatos negros por su personalidad sigilosa, su valentía y por sus ojos que resaltaban en la oscuridad. Desde ese momento, también fueron considerados como los culpables de la peste negra, provocando rechazo y discriminación.

A diferencia de lo que se creía, los gatos ayudaban a mitigar la ola de contagios de peste, pues mataban a la mayoría de ratones que sí eran portadores de la enfermedad. Gracias a esta especie, se logró disminuir considerablemente el porcentahe de población afectada.

Una leyenda en torno a los gatos negros 

Se dice que en 1560, en una región de Inglaterra llamada Lincolnshire, un padre y su hijo caminaban durante la noche sin luna, y un gato negro se cruzó en su camino para luego esconderse en el rincón de un muro. Ambos reaccionaron asustados y decidieron arrojar piedras hacia la criatura indefensa, por lo que esta corrió a refugiarse en la casa de una mujer que era acusada de ser bruja.

A la mañana siguiente, se encontraron a la supuesta hechicera golpeada y ensangrentada, y dedujeron que se trataba de algo más que una simple coincidencia. En ese momento, se empezó a creer que las brujas tomaban forma de gatos negros en la noche.