¿El ritmo de vida podría estropear la piel?

Existen numerosos factores externos que influyen  en la salud y la apariencia de la piel y que, de hecho, aceleran su envejecimiento.

Colombia.com - Vida y Estilo
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Existen numerosos factores externos que influyen  en la salud y la apariencia de la piel y que, de hecho, aceleran su envejecimiento.

En los últimos años las mujeres hemos aumentado de forma imparable nuestro ritmo de vida y hemos expuesto nuestra piel a distintas presiones como la falta de sueño, una alimentación desequilibrada y el estrés. Ana González, experta en piel nos cuenta cuáles son los enemigos del bienestar de nuestra piel y cómo podemos evitar sus efectos.

¿Cuáles son los enemigos de nuestra piel y cómo podemos evitar sus efectos? Algunos factores externos pueden convertirse en enemigos de la piel, ya que favorecen la oxidación celular, principal causa de envejecimiento y deterioro de la dermis. Los enemigos más grandes son: La contaminación, el estrés, el estilo de vida, el tabaco, el alcohol, la mala alimentación, dormir poco y por supuesto el sol.

Para mantener una apariencia joven se deben modificar algunos hábitos que reduzcan el impacto de los radicales libres, enemigos silenciosos que atacan las fibras de colágeno, elastina y humedad. 

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¿Existe el envejecimiento relacionado con nuestros hábitos? ¡Claro que sí! Los malos hábitos como no dormir lo suficiente, no ejercitarse, no alimentarse bien, no desmaquillarse y no usar protector solar aceleran un tipo de envejecimiento de la piel llamado por compartimiento, que puede comenzar a presentarse desde muy temprana edad.

¿Cómo se notan los excesos en nuestra piel? Empiezan a ser visibles por medio de arrugas, manchas y pérdida de firmeza, pero se notan aún más pues estos signos no son propios de la edad. Las señales de alerta son líneas finas y trastornos en la homogeneidad de la piel, parches grisáceos, cetrinos y deshidratación crónica de la tez.

Muchas veces no sabemos por qué nuestra piel ha perdido el brillo y no se ve radiante ni saludable aunque la maquillemos, lo cual se traduce en efectos del estrés que vivimos diariamente.

- La piel sometida a un entorno urbano contaminado tiende a adquirir un aspecto apagado y grisáceo. Esto ocurre también por la falta de agua, los entornos secos o la calefacción y el aire acondicionado.

- La piel que se sobreexpone a los rayos UV, tanto de forma natural como artificial, muestra contrastes más marcados y padece a menudo marcas de pigmentación.

- La carencia de sueño o estrés provoca que las pieles adquieran un aspecto amarillento. Unas facciones demacradas y bolsas debajo de los ojos que evidencian el ritmo de vida frenético.

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