Por: Redacción Vida y Estilo • Colombia.com

Oración de San Juan Damasceno para pedir auxilio a la Virgen María

Reza esta oración de San Juan Damasceno, dedicada a la Virgen María, para pedir su especial ayuda, para que te brinde el auxilio y la protección que necesitas.

Oración a la Virgen María: poderosa plegaria para pedir ayuda y protección. Foto: Shutterstock
Oración a la Virgen María: poderosa plegaria para pedir ayuda y protección. Foto: Shutterstock

Reza esta oración de San Juan Damasceno, dedicada a la Virgen María, para pedir su especial ayuda, para que te brinde el auxilio y la protección que necesitas.

San Juan Damasceno, a quien se le conmemora el 04 de diciembre, fue uno de los más grandes poetas de la Iglesia oriental, en una época en la cual esta no era una actividad común y para muchos era extraño ver que una persona se dedicara a redactar textos, especialmente a resumir obras de otros autores para que la gente pudiera comprenderlas mejor.

Y es que, aunque en un principio se dedicó a ser jefe de recaudación de impuestos, como su padre, renunció al descubrir su vocación, repartiendo sus bienes entre los pobres y convirtiéndose en monje del monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén; de hecho, se dedicó a defender la veneración de las imágenes sagradas.

A él se atribuyen numerosos textos y poemas, muchos de ellos dirigidos a la Santísima Virgen María, o incluso algunas plegarias; precisamente, hoy te enseñaremos una oración muy especial para pedir el auxilio y la protección de la Madre de todos, con recopilaciones de los portales ‘Oraciones a Santos Poderosos’ y ‘Oraciones Para’.

Oración para pedir auxilio a la Virgen María

Yo te saludo, oh María, a Ti, esperanza de los cristianos: recibe la súplica de un pecador que te ama tiernamente, que te honra de un modo especial, y pone en Ti toda la esperanza de su salvación. De Ti tengo la vida: Tú me restableces en la gracia de tu Hijo, Tú eres la prenda cierta de mi salvación.

Te suplico, pues, que me libres del grave peso de mis pecados: disipa las tinieblas de mi entendimiento, aleja de mi corazón los afectos terrenos, reprime las tentaciones de mis enemigos, y dirige mi vida de modo que por tu medio, teniéndote por guía, pueda llegar a la eterna felicidad del Paraíso.

Nadie está en el cielo más cerca de la Divinidad simplicísima que Tú, que tienes asiento sobre la cumbre de los querubines y sobre todos los ejércitos de los serafines, y por esto no es posible que tu intercesión sufra repulsa, ni que sean desatendidos tus ruegos. Que no nos falte tu auxilio mientras vivamos en este mundo perecedero; alárganos tu mano, para que, obrando las obras de salud y huyendo de los caminos del mal, demos seguro el paso de la eternidad.

Por ti esperamos que, al cerrar a este destierro los ojos de la carne, se abrirán los del alma para anegarse en aquel piélago de soberana hermosura, de suavísimos deleites, por el cual, ansiosamente, suspiran las almas regeneradas y que nos anunció y mereció Cristo Señor nuestro haciéndonos ricos y salvos. A Él por ti, Señora, rendimos gloria y alabanza, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.