Por: Alexandra Méndez • Colombia.com

Ayuno intermitente: estudio revela importante riesgo para la salud de esta práctica

Auque esta práctica puede ser muy beneficiosa, también conlleva algunos riesgos.

Expertos advierten un importante riesgo de hacer ayuno intermitente. Foto: Shutterstock
Expertos advierten un importante riesgo de hacer ayuno intermitente. Foto: Shutterstock

Auque esta práctica puede ser muy beneficiosa, también conlleva algunos riesgos.

Alcanzar y mantener un peso saludable se presenta como una meta desafiante para muchas personas, ya sea debido a que tienen un estilo de vida muy sedentario o hábitos alimenticios muy malos. No obstante, más allá de consideraciones estéticas, es fundamental comprender que mantener un peso adecuado es esencial para preservar nuestra salud.

El sobrepeso y la obesidad son condiciones que propician el desarrollo de un gran número enfermedades, algunas de las cuales pueden tener consecuencias fatales. Entre estas se incluyen la hipertensión, la diabetes tipo 2, las enfermedades coronarias, los derrames cerebrales, los problemas de la vesícula, la osteoartritis, la apnea del sueño y diversos tipos de cáncer.

“Controlar su peso contribuye a la buena salud ahora y a medida que envejece. Por el contrario, las personas que tienen obesidad, en comparación con las que tienen un peso saludable, tienen un mayor riesgo de sufrir muchas enfermedades y afecciones graves”, señalan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).

En el mundo existen infinidad de dietas y planes de alimentación que prometen ayudar a las personas a bajar de peso de forma saludable y rápida. Uno de los que más ha cobrado relevancia en los últimos días ha sido el llamado “ayuno intermitente”, que consiste en un régimen alimenticio cuyo fin es que haya una alternancia entre los periodos de ayuno y alimentación para promover el aceleramiento del metabolismo. 

Aunque esta práctica posee diversos beneficios para la salud como: menores tasas de enfermedad arterial coronaria y diabetes tipo 2, el mejoramiento de la sensibilidad hacia la insulina, la disminución de la presión sanguínea, la reducción de grasa especialmente en personas obesas, la mejora en la microbiota intestinal y el combate contra el estrés oxidativo, expertos indican que también podría ser perjudicial en algunos casos. 

Un reciente estudio realizado con más de 20.000 adultos reveló que las personas que limitan su alimentación a menos de 8 horas tienen un 91 % más probabilidades de morir de enfermedad cardiovascular en comparación con las que comen entre 12 y 16 horas al día.

Los resultados de la investigación fueron presentadas el pasado lunes en las Sesiones Científicas 2024 sobre Estilo de Vida y Cardiometabolismo de Epidemiología y Prevención de la Asociación Americana del Corazón, llevadas a cabo en Chicago.

Al respecto, Wenze Zhong, autor principal del estudio y jefe de epidemiología de la Escuela de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China, destacó la importancia de conocer y analizar los efectos a largo plazo del ayuno intermitente para prevenir enfermedades.

“Restringir el tiempo diario de comida a un periodo corto, como 8 horas al día, se ha popularizado en los últimos años como una forma de perder peso y mejorar la salud del corazón, pero lo cierto es que, no se conocen los efectos a largo plazo”, dijo. 

La investigación se llevó a cabo analizando la información sobre los patrones dietéticos de los participantes en las Encuestas Nacionales de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) anuales de 2003 a 2018 en comparación con los datos de las personas fallecidas en los Estados Unidos entre 2003 y 2019.

La conclusión a la que llegaron los investigadores fue que las personas que comían durante un período de menos de ocho horas al día incrementaban su riesgo de fallecer por enfermedades del corazón en un 91%. 

Por otro lado, encontraron que aquellos con antecedentes de enfermedades cardíacas o cáncer tenían un riesgo elevado de muerte cardiovascular. En estas personas, el riesgo de deceso por problemas cardíacos o derrames cerebrales se incrementaba en un 66%.