Vacunas contra la COVID-19: ¿son realmente efectivas?
Inmunólogas españoles dan respuesta a algunas de las preguntas más frecuentes sobre la efectividad de las vacunas desarrolladas contra la COVID-19.
Inmunólogas españoles dan respuesta a algunas de las preguntas más frecuentes sobre la efectividad de las vacunas desarrolladas contra la COVID-19.
Las actuales vacunas contra la covid-19 no fueron diseñadas para prevenir la transmisión, aunque también tiene un efecto sobre esta, sino para evitar la enfermedad grave y la muerte, objetivos para los que siguen siendo efectivas.
Dos inmunólogas españolas, Carmen Álvarez, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y África González, de la Universidad de Vigo, aclaran a Efe algunas dudas que pueden surgir sobre la efectividad de las vacunas contra el coronavirus.
¿Para qué son efectivas las vacunas?
Su efectividad indica protección frente a muertes y enfermedad grave, pero no evitan los contagios, "sobre todo ante la variante Delta que es tan contagiosa. Podemos contagiarnos, pero de forma asintomática o mucho más leve", explica González.
Las vacunas se diseñaron -recuerda Álvarez- para prevenir la enfermedad grave y la muerte y, cuando se tiene la pauta completa, están siendo efectivas en el porcentaje que se dijo, que depende de cada vacuna (las de Pfizer, Moderna o Astrazeneca superior al 90 % de eficacia) porque "nunca nada es cien por cien".
¿Sirven para evitar la transmisión?
Además de la efectividad contra la enfermedad grave y la muerte, otra cosa es si las vacunas podían servir también para evitar la transmisión, pero como no estaban diseñadas para eso, en un principio no se sabía, dice Álvarez.
Con las primeras variantes del virus, Alfa y Beta, "funcionaron muy bien" para evitar la transmisión, pero con la Delta "parece que no está funcionando tan bien". Eso no es efectividad, sino porcentaje de transmisión "y eso es lo que puede que sí que esté fallando".
¿Está justificada una tercera dosis para toda la población?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido una moratoria hasta octubre para permitir tener dosis suficientes para los países en vías de desarrollo, "pero algunos ya se lo han saltado", destaca González y considera que "lo lógico es dar un salvavidas a todos y no dar dos salvavidas a unos pocos".
Álvarez señala que científicamente no está justificada una tercera dosis general. Lo que hay que conseguir es que los países que tienen una tasa de vacunación del dos o tres por ciento lleguen, al menos, al 20 %, aunque agrega que ese pinchazo de recuerdo sí podría ser necesario para pacientes inmunocomprometidos.
¿Tendríamos que seguir vacunándonos contra la COVID-19?
Por ahora, esto no lo sabemos, dice González. La variante Delta ha venido a comprometer lo que se había conseguido hasta ahora y "es probable que puedan llegar nuevas, que tal vez requieran no una tercera dosis, sino una nueva vacuna".
Por otra parte, una vez que la mayor parte de la población esté vacunada, su sistema inmunitario puede aprender y mejorar frente a posibles nuevas variantes que lleguen, señala González y concluye que "si no hubiéramos tenido vacunas, con la variante Delta hubiéramos tenido colapso del sistema sanitario y muchos más fallecimientos".