Un bombero colombiano rescató personas y vivió el horror del 11 de septiembre de 2001

La vida nos pone en situaciones que jamás podríamos imaginar, nos ubica en el momento y en el lugar menos indicados, aunque muchas veces sí son los correctos porque nuestra presencia puede resultar de gran ayuda, de eso puede dar fe Luis Eduardo Marulanda, un bombero y rescatista colombiano que tuvo que experimentar el horror de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Luis Eduardo Marulanda nació en Pereira y el 11 de septiembre de 2001 se encontraba en Nueva York realizando un curso como instructor de bomberos y además adelantaba la compra de unas ambulancias para la Cruz Roja Colombiana, entidad a la que se encontraba vinculado.

Una vez se produjo la tragedia, todos los cuerpos de asistencia, y en especial los bomberos de Nueva York, se dirigieron a la zona de Manhattan en donde se encontraban las Torres Gemelas, la emergencia era de tal magnitud que las unidades de rescate no daban abasto, así es que tuvieron que solicitar la participación de voluntarios, no de personas que quisieran ayudar, sino de personas con experiencia o algún tipo de conocimiento en el tema.

Cuando Marulanda conoció del llamado hecho por los organismos de socorro se dirigió rápidamente y se puso a las órdenes de los bomberos, trabajó más de 40 horas sin descanso y estando en aquel lugar pudo comprobar el horror y la magnitud de la tragedia, un escenario dantesco en donde la muerte y la devastación eran protagonistas.

Las imágenes de lo vivido por Marulanda siguen dando vueltas en su cabeza, recuerda el bombero pereirano que no lograron ingresar a una de las torres porque la marea humana que bajaba por las escaleras arrasaba con todo a su paso, tampoco puede olvidar que encontraba por todos lados fragmentos de cuerpos y otros totalmente calcinados.

Luis Eduardo Marulanda permaneció tres meses más en la zona y siguió colaborando con las labores de búsqueda de cuerpos y también con documentos y diversos elementos que aportaran para la investigación, y fue así como se topó con una de las cajas negras de los aviones siniestrados.

Después de los acontecimientos que rodearon la tragedia, que aún la viven cientos de estadounidenses, inmigrantes legales e indocumentados, Luis Eduardo tuvo que buscar ayuda psicológica y todavía siente el olor de carne quemada, además lo sigue atormentando un asunto y es que a pesar de todo el esfuerzo que realizó, aún cree que pudo haber hecho más.

Estados Unidos no le agradeció de la manera más amable, como no pudo extender su visa por estar colaborando en la ubicación de víctimas fue tratado de irresponsable y abusivo y le prohibieron la entrada a este país por 7 años, cosa que no le importó porque, aunque fuera injusto el trato que le dieron, su espíritu de rescatista lo motiva a ayudar siempre y en todo lugar.

El bombero y rescatista vive actualmente en Bogotá junto a su familia y sabe bien que no fue casualidad que se encontrara en ese lugar en esos días, porque como él mismo reconoce, fue Dios quien lo puso allí, en Nueva York, un 11 de septiembre de 2001.