Novena de aguinaldos: consideración del día 1 para leer en familia este 16 de diciembre

Este 16 de diciembre inicia la Novena de Aguinaldos con la consideración del día 1, una reflexión para fortalecer la fe y la unión familiar.

Por: Alexandra Méndez • Colombia.com
Novena de Aguinaldos. Foto: Shutterstock
Novena de Aguinaldos. Foto: Shutterstock

Este 16 de diciembre inicia la Novena de Aguinaldos con la consideración del día 1, una reflexión para fortalecer la fe y la unión familiar.

Este martes 16 de diciembre comienza la novena de aguinaldos, una tradición religiosa colombiana cuya intención es recordar el camino de fe, humildad y esperanza que vivieron la Virgen María y San José antes del nacimiento del Niño Jesús.

Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando el fraile franciscano Fray Fernando de Jesús Larrea la escribió a petición de Clemencia de Jesús Caycedo, fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá.

La novena de aguinaldos simboliza para los fieles y creyentes la unión familiar, la esperanza, la solidaridad y la alegría del nacimiento de Jesús. Por ello, centenares de personas se reúnen durante los días previos a la navidad a rezarla junto a familiares, vecinos y amigos. 

Esta tradición no solo recuerda el nacimiento del Niño Jesús, sino que también es tomada como la preparación espiritual para recibir la navidad, ya que permite reflexionar sobre su verdadero significado. Adicionalmente, fortalece la fe y la esperanza gracias a sus textos que invitan a la humildad, el perdón, la caridad y la reconciliación.

La novena de aguinaldos está compuesta por varias oraciones que se deben rezar todos los días desde el 16 hasta el 24 de diciembre: oración para todos los días, oración a la Virgen María, oración a San José, consideración diaria, gozos y oración al Niño Jesús. La única que varía es la consideración, a continuación te compartimos la del día 1.

Novena de aguinaldos: consideración día 1 para el 16 de diciembre

En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa, a la par que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes de que se dignara bajar a la Tierra y tomara visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos datar la genealogía de lo eterno, que no tiene antepasados y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.

La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa y, sin embargo, ¡misterio sublime!, busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse.

El pecado de Adán había ofendido a Dios y esa ofensa infinita no podía ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues necesario para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la Tierra y con la obediencia a los designios de su Padre expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía.

Era necesario, en miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo. Y por eso el Verbo Eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable.

Día 1