Toma del Palacio de Justicia: A 40 años del horror hay más dudas que certezas
Hace 40 años la Toma del Palacio de Justicia se produjo para quedarse grabada en la mente, el corazón y las retinas de los colombianos.
Hace 40 años la Toma del Palacio de Justicia se produjo para quedarse grabada en la mente, el corazón y las retinas de los colombianos.
Para muchos habitantes y visitantes de Bogotá, caminar por la Plaza de Bolívar no es cruzar un emblemático lugar de la capital colombiana, es amalgamarse con la historia de un país que a sangre y fuego ha vivido y sufrido sus días con capítulos oscuros como la Toma del Palacio de Justicia.
A sangre y fuego
Más allá de las palomas, los fotógrafos, el edificio de la Alcaldía de Bogotá o el Congreso de la República, el Palacio de Justicia se erige hoy (antes fue demolido) como un escenario que supo escribir, también a sangre y fuego, las páginas más tristes de la historia colombiana.
El Palacio de Justicia ya no es como antes, al levantar la mirada sobre su fachada viene a la mente como un 6 de noviembre de 1985, cuando los estudiantes de todas las edades y tamaños esperaban con ansias la finalización de las clases y la llegada de las vacaciones de fin de año con la víspera de un diciembre soleado y feliz, un comando del M-19 al mando de Andrés Almarales daba inicio a una película de terror que, para muchos, todavía sigue reproduciéndose.
🕊️ ¡40 años sin olvido!
— U.Externado (@UExternado) November 4, 2025
A cuatro décadas de la toma y retoma del Palacio de Justicia, los familiares de algunos magistrados externadistas asesinados durante el holocausto hablaron sobre su significado mayúsculo: uno que perdura en el tiempo. Por primera vez, compartieron… pic.twitter.com/gEXxQRIqQ9
Planeada operación
Haciéndose pasar por empleados de la cafetería en medio de una operación planeada con antelación y sigilo, elementos del M-19 notificaron a otros en el exterior que la operación de Toma del Palacio de Justicia tenía luz verde y de esa manera, 28 guerrilleros fuertemente armados ingresaron por el sótano dando muerte a dos humildes vigilantes que ni opción de sacar su arma tuvieron.
A las 11:30 de la mañana se interrumpió la sesión de la Corte Suprema de Justicia en pleno con todos y cada uno de sus importantes magistrados, luego de que, entre ecos de consignas y arengas, guerrilleros del Movimiento 19 de abril, reivindicaban su irrupción en el enorme recinto ante la negativa oficial del gobierno de no levantar los diálogos de paz caídos meses antes.
Una vez hubo conocimiento por parte de las Fuerzas Militares de que la toma del palacio de justicia era una realidad de a puño y fusil protagonizada por el M-19, todo fue caos, pues el Ejército colombiano y la Policía Nacional no estaban preparados para hacer frente a una acción como esa, y a partir de allí, las imágenes de televisión y las palabras de los periodistas radiales sumían a los colombianos en la confusión total.
Apuntando quién sabe a dónde
Soldados corriendo apresurados sin saber qué hacer alrededor de la Casa del Florero, el improvisado cuartel de operaciones del Ejército, elementos del extinto F-2 apostados en el suelo apuntando con revólveres a quién sabe dónde y un helicóptero de la Policía Nacional desembarcando elementos en una azotea del Palacio de Justicia, uno de los cuales saltó antes y se fracturó una pierna, son las imágenes que quedaron grabadas en las mentes y retinas de los colombianos.
En la noche de aquel 6 de noviembre la confusión se acrecentó con las informaciones y especulaciones que iban y venían, la fecha del rentado balompédico no se aplazó para mantener distraídos y en ´calma chicha´ a los colombianos, y se televisó el partido entre Millonarios y Unión Magdalena, algo poco usual para la época.
Mientras en el interior del Palacio de Justicia se producía una carnicería, en El Campín, azules y bananeros disputaban un encuentro soso y de músculos temblorosos, pues algunos jugadores contaron después que imaginaban que una bomba caería sobre el césped del estadio de la 57.
Una imagen inolvidable
La imagen de un tanque Cascabel del Ejército lanzando un rocket y abriendo un boquete sobre la plana fachada del Palacio de Justicia mostró la desesperación de la Fuerza Pública y el gobierno por recobrar el control de lo incontrolable, después, las llamas consumieron el edificio haciendo ceniza la esperanza de un colofón sin tragedia.
Las palabras del magistrado Alfonso Reyes Echandía, presidente de la Corte Suprema de Justicia, pidiendo el alto al fuego a través de una llamada telefónica divulgada por una cadena radial de noticias, evidenciaban la gravedad del asunto, aunque de forma valiente, el jurista tolimense mantenía la postura con voz sosegada, pero firme ante la difícil situación.
A la mañana siguiente, el Ejército logró ingresar al Palacio de Justicia y si antes era caos, allí se desarrolló el Leviatán porque a sangre y fuego caían unos y salían otros, la mayoría rehenes, pero la noticia de que los guerrilleros se habían camuflado entre los liberados, hizo que muchos fuesen detenidos y luego desaparecidos.
Más de 100 muertos y una decena de desaparecidos fue el saldo de la Toma del Palacio de Justicia, y después de 40 años son más las dudas que las certezas, pues durante 4 décadas ha habido culpabilidad de toda clase, unos aseguran tener menos responsabilidad que otros, y al fin de cuentas, solo la muerte hizo la fiesta, y cuando esperábamos que esto sirviera para entender lo que no se debía repetir, la violencia ha sido el son al que ha seguido bailando nuestra nación.