Jaime Álvarez Benjumea, el sacerdote colombiano con décadas ayudando a una población ecuatoriana

El volcán Tungurahua en lengua quechua significa “garganta de fuego” y en la tradición indígena es la esposa del volcán Chimborazo, esa imponente elevación a la que el propio Simón Bolívar rindió homenaje en su poema “Mi delirio sobre el Chimborazo”.

El volcán Tungurahua es hermoso como toda obra de la naturaleza y poseía glaciares en su cumbre, pero su intensa actividad de las últimas décadas terminó por derretirlos, alrededor de él están afincadas varias poblaciones, las cuales han tenido que padecer el embate de su fuerza interior con temblores, caída de ceniza, explosiones, lava y constante expulsión de sus gases.

Un colombiano tiene una inmensa afinidad y cercanía con el volcán Tungurahua, no se trata de un geólogo o vulcanólogo, su única ciencia es la de Dios, aunque muchos dirán que lo concerniente al creador no es ciencia sino fe; leva tantos años con el Tungurahua como referencia que es conocido como “el padre volcán”.

Jaime Álvarez Benjumea es un sacerdote colombiano que muy joven llegó a Ecuador, en el país andino lleva más de 40 años y de una forma callada y sin ínfulas, como toda obra en nombre de Dios, ha entregado su esfuerzo y sacrificio a ayudar a una población a dejar atrás la miseria y la precariedad.

El “padre volcán” logró ayudar a la población de Penipe por medio de un modelo de economía solidaria que se inició con la idea de devolverle la dignidad a la gente pobre, enferma y castigada por el volcán, que a pesar de su belleza puede ser implacable.

Jaime Álvarez llegó a una población en la que casi la mitad de sus gentes sufría de bocio y otra importante porción contaba con discapacidad, entonces la gente sana prefería abandonar el lugar y buscar futuro en otros lugares, un panorama desolador que el padre decidió transformar en un lugar digno.

El padre y un equipo de antropología encontraron una enorme población que padecía de bocio, inflamación extrema de la glándula tiroides que produce incapacidad física y mental, una dura realidad en la que los hombres no se ocupaban y las mujeres eran violentadas, pero mediante la organización del trabajo, se logró que hombres y mujeres se dedicarán a actividades agrícolas y en otros frentes dejando atrás ese estigma de que la población con bocio era “cretina”.

El bocio se fue erradicando gracias a la incorporación de sal yodada y a la creación del Centro de Erradicación del Bocio y Capacitación de Minusválidos (CEBYCAM), allí se logró incorporar a la población a actividades productivas, de esa manera se atacaron dos frentes: la enfermedad y la pobreza.

La experiencia y la capacitación del “padre volcán” lo ha convertido en una institución en el tema, como permanentemente el pueblo padece de lluvia de tierra por la actividad del Tungurahua y eventualmente de erupciones, un plan de emergencia y albergues permanente de albergues ha sido desarrollado.

El padre volcán con fuerza y tenacidad ha logrado ayudar una población, pero no solo entregó el pescado, sino que hizo algo mucho mejor, enseñó a pescar.

“El problema no es tener inconvenientes, los inconvenientes se van a presentar, el problema es no tener un banco de soluciones antes de que esos problemas se presenten”.