Si no se detecta a tiempo, el cáncer de piel es mortal

El Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta alerta a los colombianos sobre las secuelas estéticas que deja el cáncer de piel si no se trata a tiempo.

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El Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta alerta a los colombianos sobre las secuelas estéticas que deja el cáncer de piel si no se trata a tiempo.

A doña Paulina Rincón de Bonilla, una abuelita de 85 años de Guátiva, Boyacá, ya se le agotaron las esperanzas. Lleva varias semanas de recorrer a Bogotá en busca de un tratamiento médico que alivie su pena.

Agobiada por la desesperación, acudió a la Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta, Entidad adscrita al Ministerio de Salud y de la Protección Social y pionera en Latinoamérica en la prevención y tratamiento del cáncer de piel, para que alguien le diera una segunda opinión de la gravedad de su caso. A los 50 años le detectaron un cáncer de piel en el rostro y ya ha sobrevivido a cuatro cirugías, pero hoy nuevamente padece cuatro carcinomas. Uno de ellos la tiene al borde de la muerte y precisa de una cirugía prioritaria.

“En el Instituto  no tenemos un convenio con la EPS, lo cual significa que no podemos realizarle el procedimiento a doña Paulina”, dice él, John Alexander Nova; médico dermatólogo, quien a través del servicio social del Centro accedió a verla en consulta para tratar de orientarla. “En el caso del tumor especifico que tiene doña Paulina, se trata de uno muy agresivo por el tamaño que tiene y por la localización en que está.

Si no se trata, digamos, rápidamente, tiene el riesgo de hacer metástasis. Es decir, que las células tumorales pueden irse a otras partes del cuerpo y eso podría ser de muy mal pronóstico para ella. La cirugía, el tratamiento y los exámenes que haya que hacerle debe cubrirlos su EPS”, señala el médico. 

El Dr. Nova, aprovecha este dramático caso para alertar a la población sobre la necesidad de prevenir esta enfermedad no solo mediante evitar quemaduras del sol, sino solicitar a tiempo una consulta en caso de duda. Con ello garantiza por lo menos mantener una existencia digna. “Allí es cuando se empieza hablar de calidad de vida, porque aunque un tumor puede que no vaya a matar a la persona, sí le va a dejar una secuela estética en la mayoría de los casos para toda la vida”.

Como este tipo de cáncer aparece en áreas expuestas al sol, el sitio más frecuente de enfermedad es la cara. “Entonces, una cicatriz, digamos de un centímetro, si es en la espalda puede que no sea muy notoria –advierte el especialista–. Pero una marca de un centímetro en la cara es algo que sí se nota y mucho más cuando hablamos de una cicatriz de cinco o diez centímetros”.

El problema con los tumores es que las personas se acostumbran a verlos y tardan en consultar al médico por pensar que se trata de algo benigno, entre comillas. “Eso ocurre por ejemplo con tumores en los párpados, que empiezan a jalonarlos hacia abajo indica el médico Nova. En el momento en que el párpado empieza a irse hacia abajo, no hay un buen encierro ocular y los parpados no se pueden cerrar. El ojo se empieza a secar y ese ojo seco puede llevar a problemas de la córnea y de la visión”.

Para evitar esos extremos, el doctor Nova recomienda lo que se llama prevención primaria. “Eso significa, específicamente, evitar la exposición solar y el cigarrillo. En el caso por ejemplo de la mucosa oral, allí hay riesgo de lo que se llama carcinoma escamocelular.

Pero, en general, lo ideal es que cualquier cáncer sea detectado muy rápido, de modo que el llamado es: “evite el sol y, además, si aparece algo en la piel  que no tenía antes, y que empieza a crecer lentamente, pues consultar inmediatamente. En el caso de doña Paulina, si esto se hubiera detectado cuando estaba muy pequeño, el tratamiento hubiera sido muy fácil y no tendría los problemas que tienen que tratarle hoy en día”, señala.

A la abuelita, que hoy recuerda que todo comenzó con un granito, la agonía ya no la deja vivir en paz. Ya no tiene ganas de vivir y preferiría esperar la muerte encerrada en su casa. “Se me cae la cara de vergüenza de que la gente me mire -dice llorando–. De aquí a mañana, la gente me dirá: “uy, a esa vieja yo no me le acerco’”.

Y así, mientras recorre hospitales y espera sin éxito que la atienda la EPS, solamente atina a soltar una desesperanzadora frase final. “Ojalá que Dios haga su santa voluntad”, dice.

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