Día de la Asunción de la Virgen María: oración especial para honrar a la Madre de Dios
El Día de la Asunción nos recuerda el amor y protección de la Virgen María; esta oración te acercará más a ella.

El Día de la Asunción nos recuerda el amor y protección de la Virgen María; esta oración te acercará más a ella.
La Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María se celebra todos los años el 15 de agosto. Esta festividad religiosa conmemora la creencia de que la Virgen María, al concluir su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al cielo.
Este misterio de fe fue proclamado como dogma de la Iglesia por el papa Pío XII en 1950, quien en medio de una ceremonia proclamó que: “La Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
La Asunción representa la victoria de la Virgen María sobre el pecado y la muerte. También simboliza la promesa de resurrección para todos los creyentes que viven una vida de fe y siguiendo los mandamientos divinos.
Además, es una señal de esperanza para los cristianos, ya que muestra el destino que Dios tiene preparado para quienes viven en su gracia. Asimismo, refuerza la devoción a la Virgen como intercesora y modelo de santidad.
En muchos países católicos, el 15 de agosto es un día festivo nacional. En Colombia, este año, la Asunción de la Virgen se festejará el lunes 18 de agosto, ya que las fiestas religiosas suelen moverse para tener un fin de semana más largo.
La Virgen María Asunta es venerada por los fieles como un símbolo de pureza, esperanza y cercanía con Dios. Al ser llevada en cuerpo y alma al Cielo, se cree que intercede con especial poder ante su Hijo, Jesucristo, para conceder gracias, protección y consuelo en momentos de necesidad.
Muchos acuden a ella para pedir ayuda en problemas urgentes, fortaleza espiritual, bendición para sus familias y guía en decisiones importantes, confiando en que, desde la gloria celestial, escucha y acompaña a quienes la invocan con fe. A continuación te compartimos una poderosa oración de la web Píldoras de Fe.
Oración por la Asunción de la Virgen María
A ti, la gloriosa, Virgen y Madre, Santa María, a quien los discípulos de tu Hijo veneraron como a madre propia por fidelidad al testamento del Crucificado, y a quien nosotros seguimos venerando del mismo modo.
A ti, la Bienaventurada, la llena de gracia, según el saludo del ángel, elevada a lo más alto del cielo, a cuya casa los discípulos de tu Hijo sintieron la necesidad de acudir a la hora de tu tránsito para despedirte y sentir tu última mirada terrena, y a quien nosotros acudimos también para sentirnos mirados por tus ojos misericordiosos.
A ti, la Bendita entre todas las criaturas, como te saludó tu prima Isabel, que gozas de la gloria de tu Hijo y nos confirmas nuestro destino. A ti, a quien los primeros cristianos invocaron como Madre de Dios y sintieron cobijo y defensa, y nosotros seguimos sintiéndolo cuando rezamos la invocación más antigua: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas la oración de tus hijos necesitados. Líbranos de todo peligro, Oh siempre gloriosa y bendita”.
A ti, la Reina de todo lo creado, porque participas del triunfo de tu Hijo. A ti, a quien podemos invocar como abogada nuestra ante el trono de Dios, como lo fue ante el emperador Asuero la reina Ester en favor de su pueblo. Sabemos que intercedes por nosotros. Así te rezamos todos los días: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
A ti, esperanza nuestra, porque creemos que vives donde la humanidad tiene su destino. A ti, a quien cantan los monjes: “Dios te salve, reina y madre, esperanza nuestra”, desde que San Pedro Mezonzo compusiera la oración más popular, la Salve.
A ti, nuestra Señora y Señora de los ángeles, puerta del cielo, a quien San Bernardo cantó extasiado: “¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce siempre Virgen, María!”. A ti, que nos dejas sentir la certeza de tu acompañamiento peregrino.
A ti, Asunta al cielo, que no quiere decir ajena a nuestra historia; por el contrario, te sentimos compañera nuestra mientras recorremos valles oscuros y de lágrimas. Sé tú nuestro consuelo, y aviva en nosotros la certeza de los peregrinos, que avanzan seguros hacia la meta luminosa, tú que eres estrella de la mañana, luz del alba, aurora de la vida.