Jaime Garzón, Luis Carlos y Miguel Uribe: los líderes silenciados un mes de agosto

Jaime Garzón, Luis Carlos y Miguel Uribe fueron los líderes silenciados un mes de agosto, el mes de los vientos.
 

Por: Juan Carlos Garcia Sierra • Colombia.com
Actualización
Jaime Garzón no es el monumento a una figura fallecida, es la ironía y el permanente pensamiento crítico. Foto: Shutterstock
Jaime Garzón no es el monumento a una figura fallecida, es la ironía y el permanente pensamiento crítico. Foto: Shutterstock

Jaime Garzón, Luis Carlos y Miguel Uribe fueron los líderes silenciados un mes de agosto, el mes de los vientos.
 

Agosto suele ser un mes de vientos en Colombia y en el acontecer político y social, en esta temporada, poderosos tornados han cambiado la historia reciente.

Agosto, un mes doloroso

Agosto ha resultado ser un mes doloroso para Colombia, diversas personalidades han perdido la vida a manos de los intereses criminales de quienes han querido apoderarse de la existencia y el devenir de una nación. Las muertes de Luis Carlos Galán, Jaime Garzón y Miguel Uribe han hecho de agosto un mes en el que las cometas de los sueños de los colombianos se hayan ido a pique.

La noticia que acongoja al país actualmente, está relacionada con el fallecimiento de Miguel Uribe Turbay, un político de enorme talante y que para muchos copaba la atención de la una gran parte de la población, debido a sus ideales y proyectos basados en la restauración de la seguridad en Colombia.

Un 11 de agosto de 2025 será recordado como una fecha triste, pues una joven promesa de la política y el liderazgo contaba con gran proyección, pero falleció luego de dar la batalla durante dos meses, después de que su cuerpo fuese impactado por las balas que querían acallar a quien encarnaba una posición renovada entre quienes aspiran a ocupar la Presidencia de la república.

De la risa a la tristeza profunda

Un 13 de agosto de 1999, el país, con Jaime Garzón pasó de la risa, la ironía y la reflexión a la profunda tristeza e impotencia, porque el humorista bogotano de 39 años sucumbió ante los proyectiles de un sicario que por contrato acabó con su vida muy cerca de la estación de radio en la que trabajaba.

El fallecimiento de Jaime Garzón no fue uno más de tantas personalidades en Colombia, este hombre estaba más cercano a la gente del común, y su influencia era tan grande, que se convirtió en una referencia obligada del análisis y la mordacidad, y sin ser político o estrella de la farándula, gozaba de enorme reconocimiento y cariño.

Para las nuevas generaciones, Jaime Garzón no es un nombre que resulte muy familiar, quizás su relación más próxima tenga que ver con una serie televisiva que se produjo hace algunos años, o solo es la conversación de los mayores, no obstante, es importante que todos conozcan que un hombre del común supo poner a reír y a la vez reflexionar a un país, no para hacer chistes, sino para construir una nación verdadera a traves del cuestionamiento y la crítica constructiva.

Adiós a Galán

También en agosto, pero de 1989, caía asesinado en la población de Soacha, Cundinamarca, Luis Carlos Galán Sarmiento. El 18 de agosto de 1989, el político santandereano que gozaba de enorme popularidad por su carisma, seriedad y conocimiento sobre el país, pero, especialmente, por su valentía, al ser uno de los pocos que miró al narcotráfico a los ojos y le dijo que Colombia no se le postraría jamás.

A través de un complot político y del narcotráfico, el nacido en Bucaramanga y que llevaba el apellido propio del caudillo comunero dijo adiós al mundo, y con ello, gran parte de la sociedad colombiana también se despidió de la posibilidad de un mejor país.

Luis Carlos Galán Sarmiento, Jaime Garzón y Miguel Uribe Turbay fallecieron en el mes de agosto, y, aunque, en diferentes años, su legado debe ser mantenido encendido, especialmente en los más jóvenes, quienes, así como los viejos, merecen un mejor país.

Los colombianos quieren que en agosto y durante todos los días del año los únicos vientos que soplen sean los de la reconciliación y los de la paz, y para lograrlo se necesita contar con el valor para extinguir los sectarismos, la polarización y la indiferencia.