Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Un 13 de agosto de 1999 fue asesinado Jaime Garzón por las balas que todo quieren callar

Un 13 de agosto de 1999 el país se estremeció por el asesinato de Jaime Garzón Forero, el humor y la conciencia de un país dormido, que, a pesar de 23 años transcurridos aún lo extraña.

Heriberto de la Calle fue el personaje más recordado y  emblemático de Jaime Garzón. Foto: Youtube
Heriberto de la Calle fue el personaje más recordado y emblemático de Jaime Garzón. Foto: Youtube

Un 13 de agosto de 1999 el país se estremeció por el asesinato de Jaime Garzón Forero, el humor y la conciencia de un país dormido, que, a pesar de 23 años transcurridos aún lo extraña.

Hoy, agosto 13, se cumplen 23 años del asesinato de Jaime Garzón, un hombre que pasó de ser un humorista, para convertirse en el símbolo y en la voz de aquellos que no podían reír, ni hablar, y por eso, por ser más que la risa y convertirse en la conciencia, cayó atravesado por las balas asesinas que pensaron que callarían a un hombre, pero lograron eternizar su voz.

Al frente del volante de su camioneta Jeep Cherokee en el tradicional barrio de Quintaparedes en Bogotá terminó sus días Jaime Garzón Forero, quien durante varios años estuvo al frente de la crítica mordaz, pero también de un proyecto de mejor país, de despertar de conciencias acostumbradas a agachar la cabeza y rogar para que los violentos no tocaran a nuestra puerta.

Son 23 años sin la presencia de una de las mentes más brillantes del periodismo y el humor político, 23 años sin que exista claridad frente a quiénes fueron sus asesinos, sobre quién fue el que dio la orden; han pasado muchos hablando y diciendo fue este o fue aquel, pero como suele acostumbrarse en este país, la impunidad es la única que se atribuye las muertes.

Al frente de programas revolucionarios como Zoociedad y Cuac, Jaime Garzón le dio un golpe recto y a la barbilla al humor político en Colombia, ese que, hasta la aparición del exseminarista, era ‘políticamente correcto’ y que hasta pedía permiso a sus protagonistas para las bromas o imitaciones.

Jaime Garzón jamás imitó a nadie, su autenticidad fue la marca de su vida, pero no de su muerte, porque falleció de la misma forma en que miles de colombianos se despiden del país del sagrado corazón de Jesús y de la sabrosura que baila ante las balas, pero que Jaime Garzón, a pesar de sus dotes para el baile no pudo esquivar.

Cada 13 de agosto muchos lo recuerdan, los poderosos de los que fue cercano hablan maravillas, pero la gente del común lo añora con nostalgia, porque detrás de un hombre que hacía reír, había un brillante líder que nos hacía reflexionar y soñar con un mejor país.

Sobre Garzón se hecho una serie y se prepara una novela gráfica, Garzón se convirtió en un ícono, pero este no ha de ser comercial, porque puede suceder lo que pasó con el Che Guevara, que se convirtió en calcomanía desgastada.

Jaime Garzón no fue un político común, porque, aunque no se crea, eso es lo que realmente era él, un político, uno muy original que extrañamos en medio de la polarización y la falta de creatividad.