Por: Redacción Colombianos • Colombia.com

El dirigible, el invento de un colombiano que se le atribuye a un alemán

El dirigible, el invento de un colombiano que se le atribuye a un alemán, aunque no fue un asunto de apropiación, sino un acto de amistad y de querer que el conocimiento y la ciencia fuesen universales.

Actualización
Los dirigibles o "zepelines" fueron protagonistas de bombardeos durante la Primera Guerra Mundial. Foto: Pixabay
Los dirigibles o "zepelines" fueron protagonistas de bombardeos durante la Primera Guerra Mundial. Foto: Pixabay

El dirigible, el invento de un colombiano que se le atribuye a un alemán, aunque no fue un asunto de apropiación, sino un acto de amistad y de querer que el conocimiento y la ciencia fuesen universales.

Pertenecer a un país desconocido en el ámbito mundial fue un aspecto que le jugó en contra a un hombre brillante que fue médico, abogado, militar, matemático, político, ingeniero, policía e inventor colombiano.

De la misma manera que sucedió con el “Sabio” Francisco José de Caldas, a Carlos Albán se le reconoció más por sus oficios políticos y militares que por su gran obra inventiva, algo que incluso hoy, sigue siendo desconocida por la gran mayoría de colombianos.

Nacido en Popayán, también cuna del sabio Caldas, Carlos Albán de profundo arraigo conservador, pero a la vez científico, se enfrentó a las mentes liberales que dominaron la política colombiana y logró los aplausos de todos, incluidos sus contrarios ideológicos, por la forma brillante en las que expuso sus tesis.

Carlos Albán fue un gran inventor al que se le atribuye la creación del reloj de la hora mundial y el telescopio tricaóptico, entre otras creaciones, elementos que se patentaron en Alemania, Paris, Bruselas y Washington, pero existe una creación del payanés que se le atribuye a otra persona, aunque en esta ocasión no se trata de un caso de apropiación, sino de amistad.

Precedido por los globos aerostáticos, el dirigible fue una poderosa arma de guerra que los alemanes usaron con éxito en la Primera Guerra Mundial, aunque ya existía en el año 1900, gracias a que un hombre que no tenía ningún conocimiento de ciencias ni de matemáticas decidió comunicar al mundo la existencia de un aerostato que revolucionaría el escenario durante las primeras décadas del siglo XX en el mundo.

El Conde Ferdinando de Zeppelin fue un aristócrata alemán con el que Carlos Albán trabo una estrecha amistad cuando fue cónsul colombiano en Hamburgo, pero cuando estalló la Guerra de los Mil Días, el inventor tuvo que viajar a Colombia para hacerse cargo como jefe civil y militar de Panamá, por lo que al saber que la guerra podría durar un tiempo prolongado o que podría perder la vida en ella, decidió concederle la patente a su amigo alemán, quien ni corto ni perezoso la negoció con el gobierno alemán y su nombre pasó a formar parte de la historia gracias a la generosidad de un amigo.

Su invento, el dirigible, que se consideró en sus descripciones como globos aerostáticos con envoltura metálica es su más conocida creación, aunque la patente la haya tenido otra persona, porque de no haber sido un hombre desprendido y solo interesado en el conocimiento, el cual quería enseñar a los más chicos, seguramente los dirigibles no hubiesen sido conocidos como Zepelines, sino como “albanes”.