En Colombia la producción de petróleo se eleva 0,7 % en agosto

La producción de petróleo en Colombia fue de 866.480 barriles por día en agosto pasado, lo que supone un aumento de 0,7 % con respecto al mes anterior, informó este miércoles el Ministerio de Minas y Energía.

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"El incremento obedeció principalente a la reactivación de los campos Mantis y Matenegra así como por el inicio de operaciones de producción del campo Guarimena", manifestó la cartera en un comunicado.

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Asimismo, la producción del petróleo se incrementó un 0,9 % respecto al mismo mes del año pasado.

Mientras tanto, la producción de gas en el octavo mes de este año fue de 1.017,2 millones de pies cúbicos diarios (MPCD), lo que también supone un incremento anual de 11 % y de un 7 % frente al mes de julio. 

El panorama incierto de la era poscombustibles

El portal La Nota Económica realizó un análisis en el que se destaca las características y consecuencias por con la explotación de hidrocarburos. En un momento en el que el mundo es consciente de que las fuentes tradicionales de generación de energía pueden agotarse y el calentamiento global empieza a presionar a las naciones para que inviertan en soluciones sostenibles, pocos han sido los países y las empresas que han mostrado avances contundentes en nuevas fuentes de generación de energía.

La temperatura del planeta ha aumentado en los últimos años, y con más intensidad en 2015, un año en el que la Tierra superó en 0,9 grados centígrados la media registrada en el siglo XX –13,9 grados centígrados–, como demostró en su momento un reporte de la NASA y la Administración de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés).

La variación muestra cómo el cambio climático sigue siendo una amenaza latente y todo apunta a que estamos en la hora cero para tomar medidas ante las repercusiones que tiene la quema de combustibles fósiles en el planeta e implementar las soluciones que plantean algunos países y contadas industrias para que, sin descuidar la generación de energía, puedan estabilizarse los niveles atmosféricos de CO2 y la temperatura de la Tierra.

Algunas investigaciones recientes han destacado que los niveles atmosféricos de CO2, que han oscilado entre 180 y 300 partes por millón (ppm) en los últimos 400.000 años, se han elevado hasta 400 ppm en el pasado reciente. Por eso, no es extraño que las noticias al respecto, además de alarmantes, sean frecuentes.

Pero la quema de combustibles fósiles no solo preocupa a las naciones por el efecto medioambiental. A esto, hay que sumarle que son recursos que se agotan y que, en muchos casos, han generado una alta dependencia de unos países a otros, pues no todos cuentan con la capacidad de producir su propio combustible.

Así pues, parece que la humanidad ha llegado a un punto de quiebre en el que mirar hacia nuevos horizontes para la generación de energía no solo es necesario, sino que, además, es un asunto de supervivencia de la especie y del orden sociopolítico de las naciones en el largo plazo. Aunque el petróleo, el gas y el carbón ponen el mundo en movimiento, ya se visibilizan esfuerzos hacia las energías renovables, como la biomasa, el biodiésel y la energía solar fotovoltaica. Si bien su participación no es del todo representativa, son los cimientos para una revolución energética que debe darse más temprano que tarde.

En todo este panorama, por consiguiente, hay una pregunta que resuena en el fondo: más allá de los combustibles fósiles, ¿existe realmente una fuente de energía que permita que el mundo no se apague?

Claramente, solo a partir de la coyuntura actual del sector productor de hidrocarburos se han tomado medidas determinantes al respecto, pero estas no han sido suficientes para establecer que, en efecto, con nuevos insumos, puedan sustituirse el crudo, el carbón y el gas en diversas actividades. En particular, lo que más preocupa es la industria y el transporte, sea terrestre, aéreo o marítimo.

Parece, entonces, que, aunque llegan nuevas tecnologías y se reinventan las soluciones para generar energía, la innovación no ha sido suficiente, y hoy hay muy pocas opciones para generar energía de forma rápida y eficiente, que permitan sustituir los hidrocarburos.

Si se reflexiona, la matriz energética del mundo es la misma de la Revolución Industrial (hace casi 200 años). Desde el dominio de los motores de combustión interna o el modelo T de Ford, la industria ha permanecido estancada en una zona de confort que está llevando el planeta al límite. ¿Qué hace falta para que realmente presenciemos un boom de nuevas tecnologías energéticas y de transporte, como aquellas observadas a principios del siglo XX?

El hombre y su de pendencia de los combustibles fósiles

Vale la pena hacer un recorrido por la historia de la energía para entender la importancia que tienen hoy los combustibles fósiles y su indiscutible relación con el desarrollo del hombre y de sus actividades económicas.

El carbón, a grandes rasgos, fue el primer combustible fósil descubierto. Este permitió obtener energía de manera más eficiente y sus propiedades fueron determinantes para el desarrollo industrial. Así fue como se convirtió en el combustible más importante de los siglos XVIII, XIX y XX. A pesar de que su llegada fue contundente para el progreso de las naciones y de las economías, el costo ambiental de este hidrocarburo ha sido alto, por las emisiones de CO2 que genera. Se asume que sus emisiones son hasta 30% mayores a las que genera el petróleo y duplican a las del gas natural.

Después del carbón, los seres humanos encontraron nuevas fuentes para generar energía. Apareció la energía aprovechada mediante los motores de combustión interna, después de los primeros hallazgos de petróleo. En ese momento, el boom de las plataformas petroleras dio origen a cientos de grupos poderosos, como el de los Rockefeller, y estos empezaron a apostarle al gran negocio petrolero. Con su llegada, se puso en marcha la revolución del transporte vehicular. De la mano del crudo, también se hicieron hallazgos de gas natural, que hoy es responsable de alrededor de un cuarto del total de la energía producida en el mundo.

Pese a que varias décadas han pasado, la dependencia de los combustibles fósiles no cede. Se ha convertido en un negocio que mueve mucho dinero y la única alternativa para los países, desarrollados o no.

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Entonces, en este pulso entre sostenibilidad de la especie y crecimiento económico, los combustibles fósiles parecen tener una ventaja para los próximos 50 años. Al ver los estimativos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), se observa que, ante un eventual aumento de 60% en el consumo de energía en el mundo en 2030 –año en el que se asume que el planeta estará habitado por más de 8.000 millones de personas–,los combustibles fósiles seguirán siendo el recurso predominante para atender esta demanda (85%, según la AIE). Y, en ese entorno, el petróleo seguirá siendo la primera fuente mundial, con una demanda hasta 50% mayor a la actual.

Sin embargo, este panorama sugiere grandes emisiones de CO2 y las energías renovables no han levantado vuelo. Es más, su tímido avance dista mucho del consumo derivado de los hidrocarburos hace siglo y medio. Esto evidentemente no generará un efecto dominó que cambie el modo como la industria produce energía en el corto y en el mediano plazo.

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