5 refugios en Colombia para vacaciones de última hora

Estos lugares que no hacen parte de las guías típicas de turismo, son considerados destinos secretos de tierra, mar, río y montaña para disfrutar de actividades alternativas y desconectarse de la ciudad a solas, en pareja o con la compañía de familiares. 

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Visitar el desierto, pero con lujos

Estar en La Tatacoa, es un ejercicio de meditación. En el día hay movimientos leves, un halcón que descansa sin hacerse daño sobre un cactus, una caminata a través de los cañones secos por donde fluyó alguna vez el mar.

Y en la noche, el cielo parece haber crecido, pues la ausencia de edificios y de las luces de una gran ciudad le devuelve la oscuridad a la noche, señalando estrellas que jamás había visto. Quizás optaste por armar tu propio camping y disfrutes de la fogata extinguiéndose que encendió entrada la tarde.

O tal vez, decidiste hospedarte en un lugar que te da la oportunidad de hacer glamping (glamour+camping) en una habitación de madera, equipada con una cama suave y algunos objetos de decoración rococó. 

En las instalaciones de este curioso alojamiento llamado 'Hotel Bethel Bio Luxury' también hay un espejo de agua rodeado de cactus y una piscina en lo alto de una terraza que agradecerás porque el sol es omnipresente. Y como la idea es fusionar la desconexión con el lujo, el desierto es el mejor espacio de silencio, del viento que moldea las dunas, del fuego cristalizado en la arena roja. 

Para llegar desde Bogotá debes utilizar la ruta Neiva-Espinal. Te tomará cerca de cinco horas llegar a La Tatacoa (Huila). Si vienes desde Neiva tan solo te tomará 45 minutos.

Hacer deportes extremos por un cañón de mármol

El mármol de la playa, de las paredes del cañón, de las cuevas y del piso del río Claro.

En este lugar se puede apreciar y disfrutar de la Reserva Natural Cañón del Río Claro, un paraíso perdido, de difícil acceso, a donde llegaban los jaguares a tomar agua y a tomar la siesta bajo el sol. Hoy en día, es un lugar dedicado a la protección del ecosistema, su biodiversidad, a la reforestación, a la descontaminación del agua, y que promueve la investigación y el turismo de naturaleza.

El cañón se encuentra al lado de la autopista Medellín-Bogotá, a tres horas en carro de 'la ciudad de la eterna primavera', en el km 152. O a cinco horas de Bogotá, en el km 264.

Este paraíso te ofrece descanso o adrenalina. Si lo tuyo es aventura, te gustará que río arriba la corriente se avive, para salir en los botes de rafting. Derecha, izquierda, derecha, izquierda, indica el capitán. Zigzagueo, saltos, vacío. Al final del recorrido se celebra con los remos arriba y nadie se queda con las ganas de lanzarse a esas aguas, ahora más tranquilas. Algunos deciden continuar con algo de senderismo, canopy y avistamiento de aves a la sombra de gigantes ceibas, yumbos y abarcos.

Si optas por otro tipo de exploración, la cueva que tiene hileras de estalactitas y estalagmitas que parecen los colmillos de un caimán te encantarán. De allí salen unos pocos guácharos trasnochados, esos pájaros nocturnos, frugívoros, que se guían por ecolocación como los murciélagos y que dan nombre a la caverna. Una vez adentro, el agua le toca los pies, el mármol brilla con la escasa luz de las linternas y por el camino van apareciendo pequeñas cascadas y pasadizos que le hacen sentir en un laberinto, pero con la premonición de que al final estará playa Manantial y sus cortinas frescas, arbóreas.

En la noche, el el refugio se van apagando. La habitación está rodeada por el bosque, si hay tormenta y se apresura a mirar por la ventana, apreciará como los relámpagos iluminan el cañón y su sonido mitológico se prolonga por sus entrañas de mármol.

Un safari por lo llanos 

Casanare te ofrecerá actividades en el día como la llamada la búsqueda de la Anaconda, los expertos te dirán qué hacer y qué no para que nadie corra riesgos, incluyendo la boa acuática, que de salir de los límites del parque podría ser cazada. Por eso, ahora se esconde entre los humedales del Hato La Aurora, una reserva natural de 9.887 hectáreas con tantos animales y plantas que no es raro que exploradores u ornitólogos del otro lado del globo frecuenten el lugar.

Cerca de las cabañas, cómodas pero sin lujos, los vaqueros conducen los potros sin domar a los establos y reúnen las vacas para enlazarlas y marcarlas. Cultura llanera en su máxima expresión, incluyendo algo que está a punto de empezar: el atardecer naranja o magenta o cualquier color según el humor del cielo. Salen de cacería los mochuelos y se refugian las guacamayas y las cigüeñas. Apenas en esta zona del Casanare hay cerca de 300 especies de aves. Al horizonte del río Chire el paisaje se refleja en el agua dormida.

De noche puedes hospedarte en el 'Ecolodge Juan Solito', Hato Aurora (Casanare) donde le esperan algunos integrantes de la familia Barragán, dueños del Hato y guardianes de la reserva. Encontrarás carne asada y un poco de celebración. Un hombre toca el arpa y canta historias sobre esta tierra, como la llegada de la modernidad y la conciliación de las tradiciones con la conservación de la naturaleza. Hay que despedirse pronto, en los llanos se madruga.

Para llegar a este lugar es por medio del aeropuerto de Yopal hasta el hotel Juan Solito, en la Reserva Natural La Aurora.

Acampar en un tipi en Guasca

La decoración de este lugar está inspirada en los mismos indígenas de los tipis: atrapasueños y plumas, flechas y plantas colgantes. Alguien podría definirlo como rústico chic. De fondo suena una lista de canciones de Ásgeir, Elder Island, Tom Misch, Segilola y otros artistas, sonidos pensados para que usted se desconecte en el monte con cierto confort.

Detrás de cada detalle está Mateo Páez Peláez, el creador de Monte Teepee Hostel, fotógrafo y viajero, que replicó en su refugio en Guasca, Cundinamarca, el lugar al que siempre quería llegar en medio de sus travesías y compartirlo con sus amigos. De cierta forma, todo el que se aloja aquí termina entrando en confianza, bien sea por las tardes en las que se enciende la chimenea, por los cócteles de la casa con nombres llamativos como Benicio del Burro o Visco Saigon, el cochinillo y pizza al horno de leña, o el lounge al aire libre que se activa los fines de semana.

A 15 minutos en auto está la entrada de la reserva El Encenillo, donde es posible ver cusumbos, armadillos, zorros de páramo, entre otros animalitos que andan libres por el bosque. También le gusta la idea de abrigarse más, manejar otros treinta minutos, caminar páramo arriba y llevar la cámara para conocer en lo alto del Parque Chingaza, las lagunas de Siecha y pasar de los indígenas norteamericanos a nuestros Muiscas y su relación mística con el agua y las montañas.

Avistar ballenas en Bahía Solano

Si estás aquí para conocer las ballenas jorobadas y sus coletazos, sus saltos impresionantes que sacuden la superficie del océano Pacífico, este es el sitio perfecto. Algunas estarán en plena danza de cortejo, otras irán más tranquilas con sus ballenatos al lado. Lanzarán nubes de vapor, serán el espectáculo del día. Y pensar que vienen del fin del mundo, de aguas frías, pero con más alimento, para enamorarse y dar vida entre agosto y septiembre, justo ahí a unos metros en la seguridad de una lancha.

Tal vez ahora a su lado esté nadando un grupo de delfines que compiten con la embarcación por ser los más veloces. Hacen acrobacias como tal vez las que ha visto en un acuario, solo que están en libertad y, a diferencia de las ballenas, les gusta vivir en el Chocó todo el año.

Y si de todos los paraísos posibles de Bahía Solano escogió El Almejal, tendrás el privilegio de ver durante algún amanecer de la temporada a miles de tortuguitas salir de sus huevos enterrados en la arena y aletear sin mayor duda hacia el mar. 

Grandes destinos que te encantarán y de los cuales disfrutarás. ¡Empaca maletas e inicia una gran aventura!