Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

De Santander: el sabor de las hormigas culonas

Cada región del país, cuenta con un 'plato ancestral' que se convierte en referencia ante el mundo.

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Extranjeros siempre quieren probarlas por su valor "afrodisíaco". Foto: Shutterstock
Extranjeros siempre quieren probarlas por su valor "afrodisíaco". Foto: Shutterstock

Cada región del país, cuenta con un 'plato ancestral' que se convierte en referencia ante el mundo.

Colombia es una tierra de sabores y cada uno de ellos representa fielmente a cada región y el departamento de Santander cuenta con un platillo ancestral que se ha convertido en referencia obligada de su gastronomía; la afamada hormiga culona.

Se le llama hormiga culona por la robusta terminación de su cuerpo y aunque muchos han querido llamarle hormiga colona para que los más recatados no se sonrojen, la cultura popular se niega a cambiarle el nombre, por el contrario, lo reafirma en cada oportunidad.

Las hormigas culonas fueron conocidas por los españoles a su llegada a este territorio quienes vieron que los indígenas guanes las preparaban no solo con fines protocolarios sino como parte de su dieta, los conquistadores fueron testigos de cómo estos insectos eran ofrecidos como regalo en las ceremonias de matrimonio y en diferentes rituales.

La temporada de Semana Santa en los meses de marzo y abril es propicia para su caza, miles de campesinos se asoman a los hoyos de sus cuevas en la tierra para recogerlas e iniciar un proceso de cocción que data de las mismas épocas en las que las tribus Guanes y Yarigüíes dominaban la geografía excelsa del hoy departamento de Santander.

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Esto son hormigas culonas...

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A este animalito se le atribuyen poderes afrodisiacos y según estudios realizados por la UIS, Universidad Industrial de Santander, cuenta con bajo contenido de grasas saturadas y un elevado número de proteínas, considerándola como un elemento de gran valor alimenticio.

Las hormigas culonas son apetecidas como un verdadero manjar por propios y también por extranjeros que vienen de diferentes lugares del mundo atraídos por la fama que este bocadillo exótico ha adquirido, actualmente son exportadas a Japón, Gran Bretaña y hacia los Estados Unidos.

Las hormigas recolectadas para el consumo humano son las reinas que bajan de las colinas en la última luna menguante y luego de las lluvias salen por los agujeros en la tierra y allí son esperadas por recolectores que siguiendo la tradición esperan pacientemente para convertirlas en el símbolo gastronómico del departamento.

Las hormigas apenas son recolectadas se lavan con agua con sal para limpiarlas y desinfectarlas, algunos les quitan las patas y la cabeza, luego pasan a ser tostadas en una paila o sartén untada de grasa, manteca o aceite a fuego lento, anteriormente los indígenas y campesinos lo hacían en platos o lozas de barro.

Las hormigas deben vigilarse y revolverse para que se tuesten y que no se quemen, luego de unos minutos estarán listas para degustarse y conocer el sabor de Santander, un pueblo recio y fuerte que no da un paso atrás nunca.

La preparación de la hormiga culona no es difícil pero sí exige tiempo y paciencia, desde hace algunos años se prepara con ellas una salsa tipo gourmet que acompaña otras viandas típicas del departamento como el cabro y la pepitoria y hasta diferentes lomos y steaks, esta salsa se elabora con vino blanco, fécula de maíz, sal, mantequilla y caldo de res.

Las hormigas culonas son un platillo de Colombia para el mundo que vale la pena degustar, porque como les ha sucedido a muchos, una vez las prueban quieren repetir.